jueves, 14 de febrero de 2019

Entre el todo y la nada



“Muere la esperanza que añoro pues teniéndolo todo nada te puedo dar.” 

(Fragmento de la canción “Todo Y Nada” de Vicente Garrido)
Quiero presentarte a mis dos musas, me acompañan a donde vaya y ahora estoy convencido que sin ellas mi capacidad creativa se ve muy reducida. Cada vez que las escucho nombrar no puedo evitar voltear mi atención y expulsar a la mayor brevedad posible una gran cantidad de frases que me permitan alejarlas de mi vista lo más rápido posible: así es, cada vez que las veo lo único que quiero es deshacerme de ellas; la verdad es que, con todo y que son mis más socorridas musas, me estresa verlas. Pero de eso se trata nuestro juego.

Ahora sí, sin más preámbulos te las presento: “todo” y “nada”, dos palabras incomprensibles por mi cerebro.

El diccionario me dirá que “todo” es “la suma de sus partes” y que “nada” es la “inexistencia o carencia absoluta de todo ser”. Pero en realidad, ¿me puedes señalar el todo o la nada en algún lugar del cosmos?

Si te tomas un vaso de agua, ¿puedes en realidad decirme que te tomaste toda el agua y nada quedó en el vaso? Piénsalo, porque estoy dispuesto a debatir contigo sobre partículas de agua que necesariamente habrán quedado en el vaso, en el aire evaporadas y en tu boca absorbidas o combinadas y que jamás habrías podido ingerir de tal forma que literalmente te hayas tomado toda el agua.

¿Ves a dónde voy? ¿Ves por qué me estresan estas musas? Me enerva pensar que alguien se atreva a usarlas, mi limitado cerebro no puede con ellas y me obligan a entablar un debate con quien cruce mi camino.

Y para mí es fácil ver por qué me sucede: en un cosmos infinitamente grande no cabe el todo y en el espacio infinitamente pequeño no cabe la nada porque siempre existirá algo más grande y algo más pequeño, y es que el “todo” y la “nada” son conceptos abstractos que se usan para evitar el trabajo mental que representa decir la verdad de cualquier asunto definido así, su uso “corta de tajo” el análisis como una orden de un tirano autoritario y absolutista.

Cuando alguien me dice: “es que toda la gente es así”, ¿toda? ¿Nadie entre los siete millardos de personas que habitamos este mundo es diferente? O cuando me dice: “Ya nada es igual”, ¿nada? ¿No queda ninguna partícula física o emocional que haya sido igual al pasado o lo seguirá siendo en el futuro? Porque decir “la mayoría” o “la minoría” no es lo mismo que decir “todo” o “nada”.

¿Ves por qué me molestan mis musas y por qué las quiero alejar a toda costa de mi presencia? He ahí mi motivación que me impulsa a decir las cosas.

Nunca digas “todo”, nunca digas “nada”, nunca digas “siempre” y nunca digas “nunca” porque es casi seguro que estarás equivocado.

- Roy Lobo (20.nov.2015)

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