jueves, 27 de febrero de 2020

Imperdonable


“Yo podría perdonarte todo esto pero hay algo que no puedo, aunque quisiera, y es que con tu propio nombre me mintieras.”

(Fragmento de la canción “Mujer Perjura” de Alejandro García “Virulo”)

Tu cara sin maquillaje no me importa. Acepto que ustedes sienten un deber de hacerlo por presión social y por una competencia sexual que quién sabe cuándo comenzó, tal vez en tiempos inmemoriales. Acepto esa máscara temporal que oculta tu rostro que has de mostrar a tu amante en turno para llamar su atención. Y lo acepto porque yo soy partícipe de esa culpabilidad, reconozco que tu rostro pintado y esa mirada atrajo la mía y cedí.

¿Que no son tus ojos verdes? ¿¡Y!?, ¿cuál es el problema? Me había dado cuenta de tus lentes de contacto cuando fingiste una basura entrometida que, supuestamente, te sacó aquella lágrima que fuiste a secarte fuera de mi vista.

No puedo reclamar tampoco tu figura delgada sin curvas muy pronunciadas, tal vez a otros les atraigan más las formas voluptuosas y bien torneadas que nos venden las fotografías publicadas y muy retocadas como el ideal de mujer a perseguir. Dejé de ser ese hombre hace mucho y, en realidad, tu figura delgada me atrae y hasta la encuentro conveniente para los propósitos indecorosos que perseguía hace unas horas que te conocí.

Ni siquiera reclamo tus pestañas postizas que, debo reconocer, me sorprendieron un poco al encontrarme con ellas junto al espejo del sanitario en el que meticulosamente me preparaba para este "festín" sexual. Sólo quiero decirte que me decepcionó un poco comprobar que tu mirada coqueta, la que en un principio me cautivó, era artificiosamente ayudada.

Y menos te reclamo tu nariz respingada, en realidad se ve bien; ese cirujano plástico que comentaste hizo muy buen trabajo en tu rostro y en las ahora inexistentes “patas de gallo”... lo que me hace pensar en la edad real que debes tener, pero, tampoco importa, pues también creo que el amor no tiene edad.

Si he de ser completamente honesto, estuve a punto de irme cuando te quitaste la peluca pelirroja pero tu cabello real no resultó desagradable, corto sí, pero de un tono oscuro que contrasta naturalmente con tu tez más bien blanca. Me hizo preguntarme un poco por qué no te presentabas como tal si lo natural te venía mejor. “Cosas de mujeres debían ser”, entendí.

Tus brazos me gustan al tacto; dices que los ves muy “velludos” pero, de mi experiencia en otras tierras del oriente te digo, créeme, no tienes de qué preocuparte en comparación; antes, al contrario, me causan tus brazos y piernas cierto alivio al punto en el que me siento bien conmigo mismo al no ser un superficial que exija la ausencia total de vello en el cuerpo de mi amante.

No tuve ningún problema con tus labios carnosos, inflados a propósito con alguna sustancia, legal o no que, al beso, se sienten inacabables y que me hicieron perderme en algún lugar del cosmos dos veces hoy mismo. Pienso que, en mucho, esos besos fueron los que nos tienen aquí en este momento en la cama.

Cuando vi tus senos (y luego al tocarlos) inmediatamente comprendí y al mismo tiempo quedé maravillado del excelente trabajo que aquel mismo doctor hizo. Me sentí halagado por ser yo de los primeros en divertirme con el trabajo de otros.

Por favor no llores y trata de comprender mis sentimientos encontrados al tomar esta decisión de irme ahora.

Todo lo que te mencioné te lo perdono, no soy exigente en los “errores” que crees poseer y te has dado tiempo y dinero para disfrazarlos. Tu pasado no importa y el ser que me mostraste me fascinó desde el primer momento.

Sólo hay una sola cosa que no te puedo perdonar y es que hayas decidido, hasta este preciso momento, decirme tu nombre Rigoberto.

- Roy Lobo (6.may.2011)
Inspirado en la canción “Mujer Perjura” de Alejandro García “Virulo”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario