sábado, 29 de febrero de 2020

Historia distópica


“Sea mi voluntad vivir este misterio fecundo, vagar con el vagabundo y compartir con cualquiera porque el día en que yo me muera se va a terminar el mundo.”

(Fragmento de la canción “Canto de un dios” de Enrique Quezadas)

Pudo ser la historia épica más asombrosa de su tiempo y quizá de otros tiempos.

Poseía un físico envidiable sin exagerar la musculatura pero con la fuerza en las partes en que es útil la fuerza; decían sus amistades, por ejemplo, que era capaz de mantenerse sostenido únicamente con las yemas de sus dedos por muchos minutos en bordes casi inexistentes de peñascos y acantilados y, además, cargando un peso extra prácticamente igual al suyo.

Además era alguien cuya resistencia, agilidad y elasticidad no se ponían en entredicho, aún era joven pero llevaba décadas viviendo en las duras condiciones que, al mismo tiempo, endurecen huesos y músculos.

Pero no era sólo el físico: era reconocido por sus pares como alguien quien era capaz de reaccionar rápida y muy inteligentemente ante casi cualquier contingencia de esas que nunca faltan en el transcurso de una aventura de esas de proporciones épicas. Incluso, poseía la motivación; de esas motivaciones que obligan a seguir moviéndose aún cuando las fuerzas parecen querer irse.

No era tampoco ajeno al liderazgo, poseía el “don de gentes”; carisma, empatía y su gusto en ayudar al prójimo lo encaminaban a esos lugares a los que sólo llegan pocos. No se le conocía vicio alguno pero no se negaba a una copa de vino o un tarro de cerveza de vez en cuando con las amistades.

Sabio como pocos, ocasionalmente se retiraba a las profundidades del bosque a meditar por horas y a veces por días…fue en una de estas horas de meditación que un reptil venenoso, sintiéndose inocentemente amenazado por la presencia del héroe, descendió del árbol en que se encontraba hasta donde reflexionaba sentado y... lo mordió. De no ser por el tropiezo que sufrió en la confusión y que le ocasionó un desmayo por un golpe en la cabeza, tal vez hubiera sobrevivido… pero no fue así y la historia utópica jamás pudo ser.

- Roy Lobo (16.jun.2016)

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